miércoles


quizá no merece la pena nombrar el Mediterráneo. toda el agua que hay entre tú y yo cabe en nuestra cama. cada noche somos peces, islas... con nuestras manos modificamos el curso de las corrientes buceando por las crestas de tus olas. nunca dudé de que supieras nadar, preciosa.

foto de nena

supongo que habría sido tan fácil como ponerme en medio de la pista de despegue toda ataviada de fluorescente gritando que ya está bien de tanta despedida, que no soporto los aeropuertos y que me duelen las caricias que no me das cada noche.

sábado



desde que te fuiste mi casa ha estado desierta. he querido volar pero ni siquiera yo sabía cómo salir de ella. durante meses estuve esperando a que mis alas se regeneraran. ahora falta poco, lo noto.

martes


jamás estuviste en el desierto de Atacama por la noche pero, querida amiga, sé que podrías describirme hasta los árboles que allí nunca habitaron. sé que has estado en cientos de desiertos como ése, y que no soportas la arena que se te mete en los ojos cuando se mueve en círculos por culpa del aire. has visto ya cientos de cactus poblando los pies de tu cama pero sé que sigues regándolos cada día creyendo que amanecerán eucaliptos y que serán ellos los que chuparán todo el agua del pantano. te he visto todos los días probando a alzar la botella de agua creyendo que caerá una gota más y sólo has conseguido cegarte por el sol. pero ten calma, amiga mía, deja de desplumarte. recuerda que se necesitan las alas para escapar de aquí.
feliz vida brandon.

8



ahora estoy sintiendo el agua. agua que sale de mis ojos y bordea mi boca atravesando centímetros y centímetros de mi cara. río de agua salada que decide resbalarse por mi cuello para terminar desapareciendo al tratar de escalar mi clavícula. hueso que se me clava en la garganta al intentar que no se borre tu sombra de mi cuerpo. cuerpo que ahora se arrastra por las paredes de esta casa vacía buscando la luz que te llevaste. sombra que se mete por mi ombligo y me abre en canal mientras aprovecha para ennegrecer cada poro de los que antes sólo brillaban. oscura, herida, buscando la forma de romper los ladrillos que tabican las ventanas que me rodean. naúfraga yo, navegando sobre esta cama que ahora ya es sólo mía.